Por primera vez se ha conseguido crear un tipo de célula a partir de otro tipo, perteneciendo ambas al mismo organismo. En concreto, lo que han conseguido ha sido hacer que células de la piel de los animales de laboratorio (ratones) se transformasen en células nerviosas completamente funcionales. Si este hallazgo se confirma supondría una vía para explorar tratamientos para enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer, utilizando las propias células del paciente para generar las neuronas que se haya perdido.
El estudio, llevado a cabo en la Universidad de Stanford, California, sugiere que el mismo procedimiento podría utilizarse para "fabricar" sangre o médula ósea, permitiendo autotransfusiones y autotransplantes que evitan el peligro de rechazo.
Hasta ahora, se había pensado que sólo las células madre (procedentes de embriones o de organismos adultos) tenían la capacidad de convertirse en cualquier tipo de célula. Sin embargo, este descubrimiento pone de manifiesto que probablemente todas las células conservan esa plasticidad que les permite ser potencialmente cualquier tejido, aunque se especialicen en un estadio temprano del desarrollo embrionario. Lo único que se necesita es que se expresen determinados genes y se silencien otros.
Esta forma de producir tejido orgánico no tiene las implicaciones éticas del uso de células madre (lo cual implica la destrucción del embrión) ni la complicación y los costes del procedimiento alternativo basado en hacer que células adultas se conviertan en células pluripotentes (iPS, induced pluripotent stem cells), que además son potencialmente cancerígenas.
Lo que hicieron en este estudio fue utilizar un virus inocuo, al que se le hacía una modificación genética: se introducía un gen que supuestamente es responsable de que las células indiferenciadas se especialicen como neuronas durante el desarrollo del embrión. Luego el virus se introducía en la célula, y se dejaba que hiciera su trabajo. Al intentar reproducirse utilizando a la célula infectada, lo que hacía era introducir el gen responsable de la diferenciación. Los científicos probaron con 19 genes hasta encontrar los 3 que parecen realmente necesarios para que se produzca la especialización. Cuando estos tres genes fueron activados, el 20% de las células de piel se convirtieron en neuronas plenamente funcionales, capaces de transmitir impulsos nerviosos y establecer conexiones con otras neuronas, en menos de una semana.
Ahora mismo este equipo de investigación está intentando replicar estos resultados en humanos, ya que el estudio inicial se hizo con ratones. Sin embargo, no hay razón para pensar que el procedimiento no vaya a funcionar en otras especies.
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